El genio Bernd Kammerer, especialista en fotografiar coches, ha pasado por su objetivo en las calles de la ciudad alemana de Hamburgo al emblemático Maserati 250F. Las instantáneas son espectaculares, tanto como merece un coche de leyenda. Fue uno de los monoplazas que formó parte de la parrilla de la incipiente Fórmula 1, en la década de 1950. Su volante pasó por las manos de pilotos excelsos, como Stirling Moss y Juan Manuel Fangio, quien lo llevó a lo más alto con el título mundial en 1957. Sólo se fabricaron 26 unidades, todas propulsadas por un motor 2.5 de seis cilindros que desarrollaba entre 240 y 270 cv de potencia máxima.
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